Contracción durante el embarazo
La contracción durante el embarazo consisten en movimientos involuntarios e intermitentes de relajación y tensión de la fibra muscular uterina.
Esta actividad contráctil es constante a lo largo de toda la vida, pero durante el parto resulta especialmente importante porque, gracias a su acción, el cuello uterino se dilata y se borra para que el feto pueda salir. La hormona encargada de la contracción del útero es la oxitocina, que entra en acción al final del embarazo, y durante el parto y la lactancia. Por eso, en caso de que las contracciones sean débiles o inexistentes, la Ginecóloga(o) le suministra a la embarazada oxitocina por goteo, para acelerar o recuperar el ritmo idóneo y que el parto pueda progresar.
Cómo se perciben
La contracción comienza siendo muy suave, indolora y esporádica, pero, a partir del último trimestre, aumenta su frecuencia. A medida que se aproxima el momento del parto, son de mayor intensidad y más perceptibles. Se nota que el abdomen se endurece y después que el músculo se relaja de nuevo. Si son escasas e irregulares, no hay razón para alarmarse, pero cuando se producen a intervalos regulares, habrá que consultar con el médico inmediatamente, aun cuando esté lejana la fecha del parto. Las contracciones uterinas se mantienen durante el alumbramiento y también durante el puerperio, aunque ya de forma más suave. En esta última fase, favorecen la recuperación del útero y la vuelta a su tamaño normal.
Cómo distinguir las contracciones de parto
En primer lugar, conviene anotar el tiempo que transcurre entre una contracción y otra. Cuando el parto está próximo, se repiten cada cinco minutos aproximadamente, y este intervalo se acorta poco a poco. Su duración varía de 30 a 70 segundos (se contabiliza el tiempo que dura el endurecimiento del abdomen, no el dolor). Además hay que comprobar que no cesan con el reposo ni con un cambio de postura.
La contracción que no conduce al parto, llamada de Braxton Hicks, no son eficaces, y tienen un ritmo irregular. También pueden ser dolorosas. Se producen, sobre todo, a última hora del día o después de realizar esfuerzos físicos. En general, se detienen con el descanso o cambiando de posición, aunque es recomendable asistir a su Ginecóloga en Guadalajara para un chequeo.